URUGUAY CAMPEÓN

LA CELESTE CONFIRMA SU LIDERAZGO EN AMÉRICA
Como en 1916 y en 1987, Uruguay es Campeón de América por tercera vez en Argentina.
De nueve torneos disputados en el país, Uruguay es el único visitante victorioso. 
Un campeón celeste. Un campeón claro. Un campeón justo. Eso fue Uruguay, el equipo del Maestro Tabárez consolidó su su proyecto al vencer con contundencia 3-0 a Paraguay en la final, que reflejó las deferencias que ambos equipos venían manifestando en el torneo. Uruguay de menor a mayor, y Paraguay a la inversa, pasando a la final empatando todos sus partidos.
Aquí, las virtudes que definen a un merecido campeón: la Selección C-E-L-E-S-T-E.

Coherente. Con el proyecto de Oscar Tabárez, consolidando el funcionamiento de un equipo, desde los juveniles hasta los mayores. Cuando gana y cuando pierde, el team charrúa siempre deja la misma sensación: que hay que luchar hasta el último minuto para doblegarlo. Y cuando gana no se marea con el éxito, sino que sabe que es por el trabajo en conjunto y sabe de sus limitaciones. Siempre juega con una idea: la de presionar hasta el final.
Eficiente. Lo había demostrado en Sudáfrica 2010, y lo demostró una vez más en esta Copa América. Contraatacando cuando tuvo que hacerlo y resistir -contra Argentina en cuartos-. Y con el traje de favorito, jugando no solo con garra charrúa, sino tocando y siendo efectivo marcando goles, como el 2-0 a Perú y el 3-0 a Paraguay.
Limpia. Poseer la famosa garra charrúa no la hizo jugar sucio, respetó a sus rivales y se llevó el premio Fair Play de la Copa América.
Enérgica. Toda una característica del equipo del Maestro, que presionó en todo momento a sus rivales, y más aún en la final ante Paraguay, sin permitirle salir con la pelota limpia en todo el partido. Con su energía, la Selección Uruguaya no dejó respirar a sus rivales, un trabajo que se vio a la perfección en la final.
Solidaria.  En el juego emulaban la frase de los Mosqueteros: “todos para uno, uno para todos”. Plasmando en el campo de juego, la unidad entre los once que están dentro y los que están fuera, sin egoísmos ni lucha de egos. El ejemplo perfecto es el tercer gol de la final. El cambio de frente de Edinson Cavani, la soberbia asistencia de Luís Suárez y el toque de calidad de Forlán para darle un broche de oro al título, todos juntos abrazados.
Trabajadora. Otra marca registrada del plantel que conduce el Maestro. Trabaja cada partido cómo una final, sabiendo las virtudes del rival y preparando mecanismos de juego para contrarrestarlas. Estudiando los puntos fuertes y débiles de cada selección, actuando en consecuencia.
Equipo. Un equipo unido, en el que todos juegan para el bien colectivo: el cuerpo técnico, los titulares y los suplentes. Un equipo dentro y fuera de la cancha.
Con su 15ª Copa América, la Selección Charrúa es la más ganadora de la historia