ARGENTINOS EN ROMA

 ARGENTINIDAD AL PALO A LA ROMANA
Cuatro argentinos paseando por Europa “inventaron” credenciales de prensa y terminaron en el césped del mismísimo Estadio Olímpico de Roma al final del entrenamiento de Messi y compañía.

Si de picardía criolla se trata, difícilmente alguien sepa más que un argentino en todo el mundo. Y para honrar esa característica 100% argenta tenemos cuatro integrantes de lujo con un ejemplo que devasta cualquier teoría de que en Europa no se puede desarrollar esa picardía. Alberto Laufer, Federico Muhafara, Jonathan Saad y Alex Sudoarg son los protagonistas de esta historia imperdible.
Este grupo argentino de amigos de 20 años, se encuentra en el viejo continente de paseo, tuvo la mágica idea de crear credenciales de prensa para abaratar costos o incluso entrar gratis en los diferentes museos que tienen la idea de conocer. Para agregarle más condimentos insólitos a la cuestión, y para no andar con pequeñeces, hicieron dos credenciales por persona. Una de un canal de televisión y otra de una originalidad asombrosa: APP, que vendría a significar Asociación de Periodistas Profesional. Un ente que no existe en nuestro país. Demostrando qué muy poco tienen de improvisados, los cuatro picaros argentinos pusieron en la parte trasera de APP -tras un gran trabajo de diseño- la palabra “PRENSA” en español, inglés y francés. Mejor que muchas credenciales originales.
 El tour arrancó en Roma y para dar el primer golpe no tuvieron mejor idea que desplegar sus “pases” en el Coliseo Romano. Ingresaron totalmente “free”, por lo que los beneficios de APP tomaron un asombroso camino exitoso.  Embalados con el resultado positivo, diagramaron la jornada del lunes para intentar ingresar al entrenamiento de la Selección Argentina rumbo al amistoso ante Italia en homenaje al Papa Francisco. El lugar era Estadio Olímpico de Roma, el mismo que fue sede en los Juegos Olímpico Roma 1960 y donde se jugó la final del Mundial Italia 1990, entre muchos eventos.
El entrenamiento del equipo dirigido por Alejandro Sabela comenzó a la tarde/noche romana, cerca de las 19 horas, y estaba habilitado para que la última media hora de la práctica ingresen los medios acreditados para el partido. Con una autoridad asombrosa, el cuarteto argentino pasó el primer vallado persuadiendo a la policía romana con sus credenciales. Pero más llamativo aún, ellos dieron el puntapié inicial para que ingrese otro grupo de periodistas acreditados que no habían pasado hasta entonces. La policía primero les dio pase a ellos e hizo esperar al resto.
Ya en las oficinas que autorizaban el ingreso a las plateas, había que estar en una lista de acreditados al partido en la que obviamente sus apellidos no figuraban. Al ser consultados, no tuvieron mejor respuesta: “Somos periodistas, no vinimos a cubrir el partido pero queremos ver el entrenamiento”… Y tuvieron la inusual aceptación del equipo de prensa de la federación italiana.
Como si esto fuera poco, lo más importante viene sobre el fin de la práctica. El entrenamiento había terminado, los jugadores salían por el pasillo interno del estadio y los cuatro argentinos pasaron cuán integrantes del cuerpo técnico desde la platea hacia el campo de juego. Se ve que los muchachos, al parecer poco conformes, se jugaron  una ficha más ambiciosa con nueva ganancia. Vieron como Messi era el último de retirarse con hombres de seguridad y estaban en el verde césped donde todavía quedaban integrantes del cuerpo técnico y asistentes. Cerca de ellos había una mesa con agua, jugos, frutas y yogurt, suplementos que hasta hace menos de un minuto habían ingerido los jugadores para contrarrestar el fuerte calor romano.
Mientras se sacaban fotos, fueron a sentarse al banco de suplentes para mejores tomas y encontraron un “viejo” conocido de su avión rumbo a Roma. Saludaron al aguatero del equipo argentino con quien habían intercambiado un mini diálogo en la manga previo a subirse al avión. Es que en el mismo vuelo que tomaron el sábado los jóvenes argentinos, fue el cuerpo técnico de la Selección con los jugadores del medio local aunque en primera clase. Cuando el aguatero los vio en el banco de suplentes hubo un intercambio muy gracioso:
-¿Qué hacen acá?
– Y… nos mandamos con los muchachos, estamos cubriendo. (Risas)
– ¿Son periodistas?
–  No, pero estamos fotografiando nuestro viaje. ¿Podemos tomar agua?
– Tomen lo que quieran. Sírvanse.

Y así fue que sobre la pista de atletismo tomaron y comieron restos de fruta que quedaban. Entusiasmados, guardaron sus “trofeos de guerra” en una bolsa que contenía: vasitos de yogurt, cucharitas, restos de banana y cartones de jugo. Ya con la jornada ampliamente victoriosa, los veo en el bus que nos devolvía al centro de Roma y les comento que los vi desde la platea dentro del campo de juego. Entonces me muestran la bolsa y me dicen eufóricos: “¡Mira todo lo que tenemos! ¡No sabíamos sí íbamos a entrar y terminamos tomando del jugo que tomó Messi! ¡Hasta el Papa no paramos!”.