HACE TRES AÑOS ARGENTINA CAMPEÓN DE LA COPA DAVIS 2016 
El mejor equipo, un gran capitán y el retrato del optimismo

Por @JonyFabbian

“Éramos varios”, se acerca con una enorme sonrisa de felicidad el capitán, flamante campeón de Copa Davis, Daniel Orsanic y nos damos la mano. Hacía unos pocos minutos Federico Delbonis le ganaba a Ivo Karlovic el quinto punto. Argentina vencía a Croacia. Argentina era campeón de la Copa Davis. En Zagreb. La foto es un documento atesorado, post rueda de prensa del equipo campeón, que describe ese momento tan fugaz como inolvidable -personalmente para mí- en un contexto memorable para todos los que fuimos testigo de esa hazaña del tenis argentino. Pero detrás de ese retrato hay una historia.

La hazaña del Team Albiceleste que jugó todas las series de visitante en el 2016 comenzó en Polonia sobre cancha dura -con dos victorias de Leo Mayer y una de Guido Pella en singles-, y se encaminó en Italia sobre polvo de ladrillo -con dos enormes triunfos de Fede Delbonis en singles más el doble triunfador con Pella y la reaparición de Juan Martín Del Potro-. Cuatro jugadores que le daban cada punto trascendental para avanzar en el sueño que desde hace 116 años se despertaba antes de tiempo.

El clímax donde la hazaña tuvo un momento de consolidación para creer que era posible aconteció en Glasgow. En semifinales ante Reino Unido. El viernes, en un partido colosal que superó las cinco horas, Del Potro derrotó en cinco sets al por entonces Nº2 del mundo Andy Murray y se tomó revancha de la final olímpica en Rio 2016 donde el británico se llevó el oro. La serie estaba 1-0 para Argentina y apareció otro titán con un puntazo para poner el 2-0: el bahiense Guido Pella derrotando con autoridad a Kyle Edmund.

La estrategia diagramada por Daniel Orsanic y conversada con el equipo, especialmente con Delpo, estaba funcionando. La Torre de Tandil venía de un año reapareciendo aquejado por la lesión de la muñeca izquierda y estaba en enorme nivel, pero su físico tenía límites. El mejor jugador argentino, por el ranking atrasado por su inactividad, era el segundo singlista nacional. Era el único que podía ganarle a Murray en cancha dura, pero si esa chance existía era en el primer día, los dos arrancando a igualdad de condiciones. La bala se jugó ahí y el disparo llegó a destino. Pero se necesitaba un gran equipo para monetizar ese punto certero y luego ganar la serie. Y el equipo estaba.

Sin el triunfo de Pella la partida de ajedrez se ponía complicada. Llegó el doble, Delpo y Leo Mayer brindaron resistencia pero perdieron contra los hermanos Murray como la lógica indicaba. La serie se alargó al domingo… Andy Murray cumplió el favoritismo sobre Pella en tres sets y puso tablas 2-2. Para desempatar, jugaba el Yacaré Mayer ante Daniel Evans en suelo británico en el match por un lugar en la final.

Aparecían ciertas dudas en las redes en porqué Del Potro y Orsanic se la jugaron en “vano por el dobles sin pensar en un quinto punto para que juegue Delpo”. Pero los que confiábamos sabíamos el porqué. Mas allá del resultado. Había una lógica en la planificación. Se podía incluso perder, pero lo más cercano a la victoria era lo que pensaba el capitán, que por algo estuvo de cerca todo el año con los jugadores y por momentos de coach personal con Del Potro. El tandilense no tenía resto físico para dos batallas. Y era la única carta para ganarle a Murray, aunque con la posibilidad de perder. Pero acertada esa carta, lo que quedaba de Delpo solo era hacer el intento el sábado con el doble y luego apostar al equipo con un jugador experimentado como Leo.

Recuerdo que uno de mis amigos del deporte, luego de la caída del primer set de Leo Mayer en el quinto punto, me manifestaba enojado el desacuerdo de que no se haya apostado al quinto con el mejor argentino. Yo argumentando lo desarrollado, convencido que más allá del resultado, era la manera con más posibilidades de llegar a la final. Mayer ganó el segundo set e igualó el quinto punto.

El Yacaré se pone fino en la tercera manga y estaba arriba 2-1. Empiezaba el cuarto set, Croacia en el cuarto punto le habia ganando a Estados Unidos. Yo en casa, convencido de que Argentina ganaba y había que viajar a Croacia -con Estados Unidos se jugaba de local-. Amparado en mis conocimientos tenísticos y aéreos, arrancando el cuarto set, saqué el pasaje con la astucia de múltiples destinos hacia la final en Zagreb por 8 mil pesos argentinos. Por entonces unos 400 dólares. A sabiendas que si la estrategia de Orsanic se consumaba, horas más tarde los aéreos superarían los 1300 dólares para llegar a Croacia -cosa que sucedió- y se me complicaba.

La estrategia de un periodista para estar en la final tenía que estar a la altura del capitán, asumiendo ciertos riesgos. Cuando arranqué la investigación aérea aún los europeos no habían derrotado a Estados Unidos. Con eso acontecido, incluso podía tener el ticket hacia Zagreb para ver Cilic vs Murray, lo cual no estaba en mi cabeza. Croacia ganó su serie un tiempo antes que Mayer. Un rato después, el Yacaré derrotaba a Daniel Evans con soberbia en cuatro sets. Argentina estaba en la final de la Copa Davis. Y a mí me volvió la respiración en medio de la alegria.

 “Pero nosotros estamos muy bien. Cualquiera de los chicos puede salir a la cancha y ganar un punto. Y cualquiera puede no jugar pero estar a favor de que los demás ganen los puntos. Fijate que Fede Delbonis no jugó en Glasgow, pero nosotros llegamos ahí gracias a los dos partidos que él ganó en Italia. Estas cosas marcan a un equipo”.

Había que ir a Zagreb para enfrentar a Croacia. Suspiré fuerte, me enorgullecí de mis conocimientos, defendí los de El Dani Orsanic y… ¡Yo también estaba en la final! Con el ticket aéreo de Iberia en mi mail, la ida Río de Janiero-Roma y la vuelta Zagreb-Buenos Aires. Mis trabajos por el fútbol me depositaban en Brasil semanas antes (Argentina 0-3 por Eliminatorias), entonces mi “truco aéreo” estaba bien contemplado. Tuve que agregar solo Milán-Zagreb a posteriori del derbi Inter-Milán el domingo 20 de noviembre.

Para aquellos periodistas terrenales, cada cobertura es una planificación y una complicación económica según el destino y los sponsors. Ese 2016, quien suscribe ya había estado en Milán por la final de Champions, en Estados Unidos por la fase final de la Copa América Centenario y en Rio 2016 en los Juego Olímpicos. De no ser por todo eso, seguramente era de la partida en Glasgow. Pero era muy reciente y fue imposible. De no aplicar la estrategia aérea plasmada para la final, hubiese sido complicado también. No me iba a perdonar no estar en Zagreb si se levantaba la Ensaladera de Plata, algo que veía realmente muy posible, siguiendo paso a paso las piezas movidas en el tablero del equipo argentino y habiendo visto el nivel de Juan Martín Del Potro en los Juegos Olímpicos, donde venció a Djokovic y Nadal, entre otros, en pista dura.

El colega especialista en tenis Pablo Amalfitano no me dejará mentir. Planificamos el viaje juntos y fue el que esbozó: “Estás muy loco pero sos un genio”, luego de enviarle la copia del ticket aéreo mientras por tele observábamos al Yacaré ante Evans. Ya estábamos en Zabreb. El equipo periodístico se completó con el fotógrafo José Riero. Hombre clave en esta historia, quien en la cena denominada Trío campeón de aquél 27 de noviembre de 2016, se acercó de sorpresa y me mostró: “¡Mirá la foto que tengo para vos!”.  Era el retrato que atestiguaba el saludo con Daniel Orsanic luego del triunfo. Nunca supe que había estado José detrás de mí en ese momento. Sin ese fotón, este texto no tenía sustento. Era el saludo a pocos minutos de ser campeones de la Davis.

En Zagreb se concretó esa hazaña de levantar la gloriosa Ensaladera de Plata, tal vez el más hermoso trofeo entre todos los deportes. Pero no sin antes pasar turbulencias. En mí primer día en Croacia, el lunes previo y tras entrevistar a Federico Delbonis, intuí que sería el segundo singlista del equipo, lo que remarqué entre colegas.

Junto a Pablo estuvimos de lunes a jueves entrevistando uno a uno al equipo nacional, hasta con el presidente de la AAT, Armando Cervone, y el vice, Palito Fidalgo, con quién tengo un afecto especial por esos días de varias conversaciones. El equipo argentino estaba muy seguro en todos los aspectos. ¿Yo? Estaba tan seguro con la estrategia que fui a más. ¡Otra vez Pablito Amalfitenis no me dejará mentir! Hubo que pedir prestado dinero para el “Plan Croata”, pero yo estaba tan convencido, que el viernes al mañana previo a ir al estadio hice algo que nunca hice: aposte MIL dólares a que Argentina era campeón. Estaba 2.25 para Argentina y 1.60 Croacia. Luego de pasar por la Catedral de Zagreb, junto a Pablo y José, a rezar para que todo nos salga bien, pasé por la casa de apuesta y les comenté: “Estoy seguro de que ganamos, pero mañana es probable que estemos 1-2 y no sé si me animo a apostar”.

“Nosotros en Glasgow decidimos en el último instante y sorprendimos a Murray cuando jugué yo. Tal vez los croatas hagan lo mismo y ojalá no me afecte. Tampoco sabemos quién va a jugar el viernes en nuestro equipo. Creo que Daniel (Orsanic) puede especular con eso. El juego de estrategia está bueno porque quien mejor lo maneje puede llegar a sacar una mínima ventaja.

El viernes Fede Delbonis le hizo un partidazo a Marín Cilic, pero cayó en cinco sets. Del Potro sufrió un poco ante el poderoso saque de Ivo Karlovic pero no lo suficiente y puso el 1-1 en cuatro sets. Llegaba el sábado, con un doblista consolidado como Ivan Dodic más Cilic, Croacia se puso arriba tras vencer a Delpo y Mayer. Croacia ganaba 2-1.

Pero el partido de ajedrez, mucho menos la final de la Davis, no había terminado. Le hablé a otro amigo y le afirmé que las cosas venían bien, que las posibilidades con los dos singles del domingo eran más que altas y que, a mi entender, ese siempre fue el plan principal del equipo argentino y su capitán.

Tras la derrota en el doble y con Argentina 1-2, en la sala de conferencia del Arena de Zagreb, me cruzo con Orsanic quien aguardaba por la entrevista con la televisión, lo saludo, cruzamos dos palabras y le digo: “Soy muy optimista”. Al capitán argentino lo noté tranquilo de lo que estaba aconteciendo. Me mira con confianza y responde: “Me alegra”, aseverando con seguridad y asintiendo con la cabeza de que yo estaba en lo correcto al ser optimista.

Había que confiar en la estrategia que venía siendo exitosa, lo que no aseguraba que sería exitosa hasta el final. Pero repito, era la que más chances de levantar la Ensaladera le daba a la Argentina. El diario del lunes nos podía dar la razón. Pero sin el diario del lunes, defendimos la apuesta en Glasgow. Sin el diario del lunes, sacamos el vuelo a Zagreb. Sin el diario del lunes, apostamos mil dólares. Entonces, había que dar un voto de confianza a los que estaban camino a consumar la hazaña de la Davis. No somos tibios. Muchos después del sábado eran pesimistas y me pasé la noche explicando a hinchas, conocidos mios por Croacia, que vayan con fe el domingo al estadio.

El domingo y tras dos sets abajo, Juan Martín Del Potro lo dio vuelta y consumó una victoria en cinco sets para los libros ante Marin Cilic. Había que ir a un quinto punto. Momento en que el plus más fuerte tenía que relucir: el equipo. Es verdad que sin Del Potro no se podía, tan cierto como que con Del Potro no bastaba. Ya todos habían sido decisivos en la recta final… Pella con Edmund. Mayer con Evans. Delpo en Croacia. Era el turno de Federico Delbonis ante Ivo Karlovic, un croata que volvió a su selección tras cuatro años alejado del equipo y por la lesión de Borna Coric -decisivo en la serie ante Francia-. Ivo Karlovic, quien tenía un cohete en su saque y lo veíamos en los entrenamientos, pero era solo el saque y tenía la presión de llegar como salvador tras mucho tiempo sin defender su nación. Delbo era un jugador con más argumentos, pero debía contrarrestar ese servicio. Fue tan sólido y convincente la idea plasmada del tenista argentino, que el croata no pudo llevarse ni un solo set con su saque. Entonces Argentina Campeón de la Copa Davis. Por primera vez en hasta entonces 116 años.

Sin Del Potro no se hubiese logrado. Pero solo con Del Potro no hubiese alcanzado. Cada uno de los tenistas argentinos conformó un eslabón fundamental para levantar la Ensaladera en Zagreb. Y en Daniel Orsanic un conductor responsable para que ese team sea lo que fue, acompañado por el subcapitán Mariano Hood.

Distinto al formato actual en el que España acaba de triunfar. Tal vez en el viejo formato, España se imponía también en cinco partidos porque cuenta con un equipazo además del N1 actual del mundo. Pero lo cierto es que hoy con Nadal alcanza, porque al jugar dos de los tres puntos, es difícil batir a los mediterráneos. Ganó los 8 puntos que disputó, 5 en singles y 3 en doble. Entonces: España campeón.

Pero hace tres años atrás era condición ecuánime tener un equipo además de un top. Un Team desarrollado por un capitán que logre sacarle jugo a cada potencial de los tenistas y una estrategia para cada serie. Por eso fuimos optimistas, aún en medio de las complicaciones, con aquel equipo del 2016. Pero antes que los de afuera, los que estaban seguros eran ellos mismos, los jugadores y el equipo. Por eso Daniel Orsanic se acercó sonriendo a completar el diálogo del sábado post derrota y el domingo luego de la consagración se acercó y me agregó: “¡Éramos varios!”.

Fuimos varios los optimistas pase a los contratiempos. Y Argentina con un equipazo fue por primera vez campeón de la Copa Davis.

La foto del equipo campeón en el 2016. (Foto: José Riero)