ENTREVISTA RICARDO VILLA “Para los ingleses ganar la FA Cup estaba a la altura de ser campeón de Europa”
Por Jonatan Fabbian
Ricardo Villa será eternamente recordado como campeón mundial de 1978. Pero su talento como mediocampista creativo también resaltó con casacas de clubes: Quilmes, Atlético Tucumán, Racing un paso por Estados Unidos y Colombia antes de cerrar su brillante carrera Defensa y Justicia. Pero por sobre todo resplandecen sus cinco temporadas al máximo nivel con el Tottenham Hotspur.
Salido de Roque Pérez, sus triunfos lo convirtieron en embajador celeste y blanco nada menos que en Londres, la cuna del fútbol. Desde el lugar donde nació, charló en exclusiva con Mundial de Fondo y recordó los mejores momentos de su tan rica como atípica historia como futbolista.
Un repaso a su carrera con la selección de César Luis Menotti y sus días en Inglaterra, donde su gol para conquistar la FA Cup 1981 sigue siendo recordado como el más bello marcado en el mítico estadio de Wembley.
-¿Cómo es tu vida en tus pagos hoy, en Roque Pérez?
-Yo me crié en el campo. Después de haber andado por el mundo jugando al fútbol, volví al lugar de origen y lo disfruto. La gente de campo tenemos costumbres bastante distintas a los de la ciudad, vivimos en el medio de la nada, con poca gente alrededor y eso de alguna manera se disfruta todos los días.
-Debe ser casi lo mismo vivir en Roque Pérez que en Londres…
-Ja, ja, ja… Los que nos criamos en el campo por ahí somos “cuatro por cuatro”, no tenemos problemas para adaptarnos a la ciudad. Pero tengo amigos que se criaron en la ciudad y ellos no vivirían en el campo, es todo muy distinto.
-¿Y qué actividades desarrollás a diario?
-Tengo vacas y criamos algunos terneros. Eso significa que diariamente tenés una rutina. Y aunque no es un trabajo muy pesado, es constante. Todo eso es lo que yo ya hacía antes de jugar al fútbol y que, en teoría, algo conozco. Mi vida pasa por esto y siempre le cuento a los hinchas del Totthenham que mi llegada al fútbol fue por un camino totalmente distinto al que transita el noventa por ciento de los futbolistas.
-¿Cómo es eso?
-Ellos de chicos van a una academia. Y no entendían que yo nunca había pasado por una escuela de fútbol, que nadie me haya dicho cómo parar una pelota. Los tipos no lo podían creer, pero eso de alguna manera es Argentina, una tierra que te da posibilidades a los que amamos el fútbol, lo jugamos y crecimos solos. Yo empecé a jugar al fútbol a los 17 años, en una liga local de acá de Roque Pérez y pareciera que eso no es lo ideal de un futbolista.
-Cuando pasaste de Atlético Tucumán a Racing fuiste la venta más cara de la historia del fútbol argentino: un millón de dólares.
-En el ’77. Sí, hay muchos comentarios de esa cifra… Yo tengo mis dudas de cómo se manejan los clubes en la Argentina hoy, se gasta siempre mucho más de lo que recaudás y eso a lo largo termina quebrando a los clubes. Conozco muy bien el fútbol nacional, desde adentro, y las recaudaciones son mínimas comparadas con la erogación que hacen los clubes. Si no salís campeón no cierran los números. Es algo que tiene que cambiar: hay clubes que son chicos y tienen que pensar como clubes chicos.
Para esas instituciones, la forma de competir con los grandes es generando futbolistas. La inversión tiene que estar abajo, no arriba, pero parece que nadie lo hace.
-¿Cómo fue llegar de abajo al fútbol inglés cuando abrió sus puertas? Junto a Osvaldo Ardiles eran “dos argentinos perdidos en Londres”…
-Todo argentino sueña con jugar en Europa. Allí está el dinero grande y, sobre todo, cobrable. Te cuento una: apenas llegamos, el Tottenham nos dio no sé cuántas libras esterlinas para que nos moviéramos, para ir al supermercado y comprar algo. Pero un día se nos terminaron esas libras y con Osvaldo dijimos de ir al club a ver qué pasaba, habían pasado diez días del primer mes y nada… Vamos y nos dicen: “disculpen, ya le abrimos una cuenta sueldo en el banco y nos olvidamos de avisarles, su dinero ya está, aquí tienen sus tarjetas”. Ese fue el único reclamo económico que tuve que hacer. Ni tenías que hablar de plata, ni de premios: ibas y todo los meses estaba todo depositado. Casi que era aburrido, je.
-No entendían lo que pasaba…
-Seguro. No quiero ser duro con las definiciones pero creo que jugué al fútbol profesional porque jugué cinco años en Inglaterra. Realmente ahí no hay excusas: tenés los campos de entrenamiento, las pelotas, la ropa, todo lo que tiene que tener un futbolista para pensar solamente en el fútbol. En la Argentina y otros países en los que me tocó jugar, siempre hay una excusa: o nos falta esto o nos falta lo otro. Y el dinero era uno de los problemas: te llegaban las cosas para pagar y el club te respondía “uy, vení mañana… vení pasado”, y hay un desgaste de la persona con el dirigente, y eso es muy malo para el futbolista.
-Hace rato que el fútbol inglés es el mejor del mundo.
-Coincido. Con Rubén Cousillas, que es de acá de Roque Pérez y que estuvo como ayudante de campo de Manuel Pellegrini en Inglaterra, coincidimos plenamente. Ellos también dirigieron en el Real Madrid, pero la Premier es la mejor liga, la que más paga en el mundo. Y también gusta el fútbol que se juega: no van a jugarle al Manchester City con miedo, van a ganar. Nunca escuché en los años que estuve en el Tottenham que se especulara, siempre íbamos a ganar. En definitiva, eso es el fútbol. Y si te toca ir al descenso es porque haz formado mal un equipo. Firmábamos por cuatro años y si nos íbamos al descenso cobrábamos lo mismo, una cosa que no ocurre en ningún lugar del mundo. Por eso todos van atrás de la gloria, luchan por ella, salen a ganar. El fútbol es un espectáculo para ganar, para ir para adelante, para hacer goles.
-La FA Cup es el trofeo más antiguo del fútbol mundial. ¿Qué importancia tenía conseguirla?
-Cuando nosotros llegamos a Londres escuchamos de la mística de Wembley. Y nuestro compañeros decían que la única manera de llegar a jugar en ese estadio era alcanzar la final de la FA Cup. Entonces, con los líderes, empezábamos a hacer chistes: si venimos a jugar a Inglaterra, tenemos que llegar a Wembley, que es la casa del fútbol. Y en ese momento para los ingleses era tan importante como una copa europea. Era el único partido televisado en directo a toda Inglaterra, con unos treinta millones de personas mirando esa final; era algo majestuoso. Tuvimos la suerte de ganarla dos veces y creo que la historia tanto de Osvaldo como la mía en el fútbol inglés está ligada con haber levantado esa FA Cup.
-Entre los momentos más brillantes de la historia de la FA Cup está tu gol histórico de 1981…
-Y el hincha del Tottenham no se olvida nunca más de eso. Creo que jugué partidos interesantes y todo lo que vos quieras, pero la gente se acuerda de cosas puntuales. En la semifinal de esa FA Cup hice un gol de 30 metros, que no era mi estilo, mientras que Garth Crooks hizo dos en esa semi y uno en la final y no se acuerda nadie, je… Él me dice “me mataste, tus goles me pusieron en el anonimato”. Y algo de eso pasa, porque la gente no se acuerda de todo, recuerda cosas puntuales; eso pasa con mi gol en la FA Cup. Me doy cuenta porque es el día de hoy que voy a Inglaterra y me hablan de ese gol como si hubiera sido ayer… ¡Y pasaron cuarenta años!
-Contanos cómo es eso de que te invitan cada año a darle charlas a los hinchas…
-La verdad es increíble, hasta siento cierta vergüenza, porque los tipos me reciben en esos bares con aplausos, con reverencias… se acuerdan de una manera increíble. Cuando sos futbolista, el día que jugas bien te aplauden y cuando jugás mal no, pero la relación con el hincha no es tan fluida. Sin embargo ahora aprovecho porque puedo pasarla genial con ellos, contarles cómo era Ricky en su momento, caprichoso con su fútbol y su forma de ser y los tipos empiezan a entenderme ahora cómo era yo como futbolista. Eso me produce placer, porque detrás del futbolista siempre hay una persona; una persona que es distinta todos los días: en Inglaterra había días en los que me levantaba bien y jugaba bárbaro y otros días no tenía las mismas ganas… yo tenía esos altibajos y los tipos me escuchan cómo se los cuento y dicen “ah, con razón vos eras un tipo que no jugaba todos los días para siete puntos”. Claro, yo era un tipo que jugaba bien o jugaba mal, no tenía término medio.
-Menos mal que los ingleses no insultan tanto como acá.
-En mis comienzos en Quilmes me puteaban, porque yo era fiaca, era vago. En mi época se decía que el que corría mucho no sabía jugar o jugaba mal. Y yo tenía eso como lema. Decía “denme la pelota, yo no la voy a ir a buscar”. Era algo de eso: terminaba la jugada y descansaba. Creo que en el equipo debe haber alguien que descanse para empezar luego otra gran jugada y mi fútbol siempre fue de mitad de cancha para adelante, cuando cruzaba del medio para atrás me sentía incómodo.
-No era lo tuyo.
-Yo me ponía en el rol de generador de fútbol, era el que podía crear situaciones, entonces no me podía desgastar tratando de marcar. Yo decía: hay un arquero, cuatro defensores, un volante defensivo, otro mixto… Son siete para defender, vamos a usar cuatro para hacer goles… Cosas simples que me parece que son reales.
-¿Qué te significó tenerlo a César Luis Menotti como entrenador en el Mundial 1978?
-Yo estaba en el gusto de Menotti. Y mirá que en esa época en la Argentina había mucho para elegir: Bochini, Alonso, Valencia, Maradona, que no lo llevó porque era muy pibe y en aquel mundial había mucha responsabilidad. Diego ya era un gran jugador con una habilidad increíble, pero tenía 17 años. Menotti no quiso arriesgarlo, lo protegió y eso lo valoro, porque al otro año lo llevó al mundial juvenil y salieron campeones.
Maradona es el mejor futbolista de la historia argentina. Y gracias a dios tenemos a Messi, que es otro que puede ser segundo-primero o primero-segundo con Diego. Eso es algo genial, porque habla de la Argentina como una cuna de futbolistas, aunque ya no aparezcan tantos de ese nivel porque parece que único que importa es ganar y si perseguís solamente el objetivo del resultado se vuelve difícil formar jugadores.
-¿Por qué Argentina fue campeón en 1978?
-En aquella época se hablaba de que el fútbol europeo era distinto, que tenía ritmo, dinámica y que nosotros no la teníamos, que era muy difícil enfrentarlos. Había muchos mitos. Y Menotti nos convencía de que nosotros teníamos que jugar con nuestro estilo, no pensar en cómo corrían los europeos sino cómo podíamos manejarles la pelota y manejar el partido. Porque el europeo tiene otra dinámica, otra forma de jugar al fútbol, nosotros no queríamos competir con ellos en su mismo hábitat sino en el terreno que nosotros conocíamos. Menotti nos convencía de que podíamos. No hubo un click definitivo sino que nos fuimos dando cuenta en cada partido de que podíamos conseguir el campeonato del mundo. Nos fuimos convenciendo del estilo que quería el Flaco. Nunca cambiamos ese convencimiento y el equipo creció a través de la presión. Los técnicos son muy importantes en cuidar a su equipo, fijarse cuáles con los defectos, cuáles las virtudes y crecer a partir de esa convicción. Si me pongo a pensar en lo que juega Holanda, en lo buenos que son, chau, olvidate… No fue así, nosotros estábamos convencidos de que podíamos ganarles porque íbamos a hacer lo que sabíamos. Nunca más se va a dar una etapa como la del 78, cuando estuvimos seis meses concentrados en José C. Paz. Menotti eligió jugadores que podíamos ejecutar lo que él pensaba y eso hizo que el equipo se fuera fortificando en cada partido. Todo eso nos llevó al título, más allá de todos los riesgos que hubo en esa final como el tiro en el palo de Rensenbrink ya pasado los 90 minutos que pudo haber cambiado la historia. El fútbol tiene esas cosas inmanejables, pero lo que el Flaco podía manejar era nuestro convencimiento, y lo logró.
-¿Cómo fue estar jugando en Inglaterra cuando estalló la Guerra de Malvinas?
-Fue una situación incómoda, más por las presiones que llegaban desde Argentina. Había una parte del periodismo que me llamaba y medio que me incitaban a que tenía que dejar el país; abandonar Londres y el fútbol porque eran nuestros enemigos… y yo trataba de decir que no había que mezclar la política con fútbol. No digo que los gobiernos no usen al deporte en algún momento como excusa, pero en Inglaterra me trataron muy bien, nunca me hicieron sentir incómodo; ellos me trataron siempre de la mejor manera. Allá me decían: “No es un conflicto entre vos y yo, es un conflicto entre gobiernos y nosotros no tenemos nada que ver con eso”.
-¿Hubo algún momento en el que te automarginaste de algún partido?
-No recuerdo los entretelones, pero me sí que hablé con el técnico en la semana diciendo que yo no me iba a sentir cómodo en una fiesta inglesa como la final FA Cup 1982 estando mi país en guerra. Al técnico le parecía normal esta decisión mía, porque Argentina ya estaba en un conflicto muy grande. Y ese sábado hubo periodismo, cámaras apostadas afuera de mi casa, fue la única vez que me sentí incómodo. Llamé al club, me ofrecieron seguridad, pero al fin y al cabo no me estaban molestando, no había problema, eso fue todo. Después hubo un replay, fui al partido como hincha y me trataron bárbaro… Es otra de las historias mías por Londres.
La entrevista completa en Youtube.com/mundialdefondo