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Fumata de esperanza: el mundo católico ya tiene nuevo Papa

Roma volvió a convertirse en el centro espiritual del mundo. Este jueves, desde la chimenea de la Capilla Sixtina, una densa columna de humo blanco anunció lo que millones de fieles esperaban con ansiedad: los cardenales electores alcanzaron el consenso y eligieron al nuevo Papa. En el segundo día de cónclave, los 133 purpurados sellaron con sus votos el nombre del sucesor de Francisco, quien había renunciado semanas atrás por motivos de salud.

La tradicional señal, visible desde buena parte del Vaticano, desató una inmediata reacción en la Plaza de San Pedro, que poco a poco había vuelto a poblarse luego de una mañana de expectativa frustrada por la segunda fumata negra. Apenas el humo blanco emergió al cielo romano, peregrinos, turistas y habitantes locales estallaron en júbilo. Aplausos, lágrimas, cánticos y rezos acompañaron el momento histórico que marca el inicio de un nuevo pontificado.

Ahora, el mundo entero aguarda el famoso anuncio “Habemus Papam” y la aparición del flamante pontífice en el balcón de la Basílica de San Pedro. Será el 267º Papa de la Iglesia católica y su elección llega en un contexto global complejo, con desafíos sociales, ambientales y religiosos que exigirán liderazgo, apertura y firmeza espiritual.

La tarde en Roma había comenzado con un clima de mesurada espera. Muchos fieles se habían retirado tras la señal matutina de humo negro, pero regresaron al atardecer con termos de café, banderas, pancartas y rosarios entre las manos. El ambiente se tornó festivo, aunque cargado de emoción contenida. A cada movimiento en la pequeña chimenea del techo sixtino, se multiplicaban las oraciones y las conjeturas sobre quién podría ser el elegido.

Con esta elección, se cierra un capítulo y comienza otro en la historia del Vaticano. Todavía se desconoce el nombre del nuevo Papa, pero en la plaza ya se palpa el impacto de su llegada. La Iglesia, con sus 1.400 millones de fieles en todo el planeta, gira nuevamente su mirada hacia Roma, esperanzada con lo que vendrá.

Porque cada vez que se enciende la fumata blanca, también se enciende la fe.