El día que nacía la leyenda de los mundiales: La obra de arte de Maradona
Por Jonatan Fabbian
El Estadio Azteca, el mismo que 16 años antes había sido testigo de las gambetas del por entonces mejor jugador del mundo Pelé, fue el que recibió en su pasto las mejores apiladas del nuevo número uno del planeta en su máxima expresión: Diego Armando Maradona. El diez argentino pisó el césped del Coloso de Santa Úrsula en el Mundial por primera vez en el cruce de Cuartos de Final entre Argentina e Inglaterra. Fue el 22 de junio de 1986, un día que
quedó grabado en la historia de los mundiales y quedó sellado en el mismísimo estadio, que en su museo hay una plaqueta donde está la estampa que dice que allí se convirtió el mejor gol de la historia de los mundiales.
Argentina e Inglaterra comenzaban a ser un clásico mundialista. A la rivalidad de dos potencias futbolísticas, se sumaba que cuatro años antes los países entraron en conflicto bélico, en lo que fue la Guerra de Malvinas, donde los ingleses se quedaron con las islas argentinas. Si bien nada de eso tenía que ver con un partido de fútbol entre 11 contra 11, se sabe que política y deporte suelen mezclarse, y para el equipo argentino no era solo un partido por cuartos de final, sino algo más. “Era más que ganar un partido, era más que dejar afuera del mundial a los ingleses. Era más fuerte que nosotros: estábamos defendiendo nuestra bandera, a los chicos muertos, a los sobrevivientes… Por eso, creo, el gol mío tuvo tanta trascendencia. En realidad, los dos lo tuvieron, los dos tuvieron su gustito”, relató Maradona.
En el primer tiempo no se sacaron ventajas. Pero en el complemento iban a venir las emociones más sublimes del mundial. A los seis minutos, Maradona hizo alarde de su picardía criolla y marcó el 1-0 cuando afloró esa viveza que lo convirtió en un mito para Argentina: el defensor Steven Hogde había rechazado de forma errónea una pelota hacía su área, el arquero Peter Shilton salió a cortarla, pero Diego le ganó en el salto impulsando la pelota hacía la red con su puño izquierdo. “Yo no la toque, fue la mano de Dios”, declaró irónicamente el diez argentino tras la victoria. Con la pelota en el fondo del arco, fue corriendo a festejar y ningún compañero se le acercaba. “Les dije: felicítenme. Porque sino el árbitro no lo marca”, recordaba Diego.
En ese mundial, solo Maradona poseía la capacidad de encarar y gambetear con la maestría de pasar de un acto vivaz y ventajista al considerado mejor gol del siglo. Entonces recibió la pelota por parte de Héctor Enrique en la mitad de la cancha, y fue dejando tirados a los jugadores ingleses como soldados caídos en el campo futbolístico de batalla. Para los argentinos ese partido tenía sabor a venganza. Era el 2-0, el Azteca era un hervidero y toda Argentina se fundió en catarsis tras escuchar el emotivo relato de Victor Hugo Morales: “Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos… él pisa la pelota; arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja el tendal… ¡y va a tocar para Burruchaga! Siempre Maradona. ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio!… Ta-ta-ta-ta-ta ¡Gooool! ¡Gooool!… ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo!… ¡Viva el fútbol! ¡Golaaaaazo!… ¡Diegooool! ¡Maradona! ¡Es para llorar, perdónenme! Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos. Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? ¡Diegol! ¡Diegol!. ¡Diego Armando Maradona!… Gracias Dios por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este… Argentina dos, Inglaterra cero”.
Efusiva, histórica y sentimental, así fue la narración del periodista uruguayo tras la obra maestra de Maradona en México 1986. Aquella memorable actuación del 22 de junio ante Inglaterra en cuartos de final fue un punto y
aparte. “Me dieron ganas de aplaudir, nunca me había sucedido con un rival, pero es la verdad. No lo hice solo por tratarse de un partido muy importante. No se puede marcar un gol tan bello… él ha sido el mejor de todos
los tiempos, de lejos. Un verdadero fenómeno”, expresó Gary Lineker, el delantero inglés máximo goleador de México ’86. En ese mundial se esperaba que Platini acaparara todos los elogios, pero el propio francés se rindió ante la
majestuosidad del argentino: “Diego logra cosas que nadie más puede igualar, él hace con una naranja lo que yo hago con una pelota”. Maradona tenía al mundo futbolístico rendido a sus pies. Si el primer tanto debió haber sido anulado, el segundo debió haber valido oficialmente por dos. Creer o no. Justicia poética que le llaman. Lineker marcó el descuento y el partido terminó 2-1 con la sensación de que la Argentina no tenía techo. Y que un futbolista hacía arte con la pelota en sus pies, como nunca antes visto… ¡Ma-ra-do-na!
- Publicado el 22-06-2014 @JonyFabbian