ENTREVISTA A MARTÍN PALERMO / PREVIA BOCA – RIVER

“Nada se compara a un Boca-River”


El Optimista del
gol
, como lo bautizó Carlos Bianchi, aquel de goles destacados: de una
victoria en el Monumental, de media vuelta en La Bombonera jugando con un
hombre menos, de la vuelta de una lesión en eliminatoria de Copa Libertadores,
de cabezazos al ángulo, de media distancia, empatando en el último minuto de
penal en La Boca,
empatando sobre el final como visitante, colgado de un travesaño en Mar del
Plata, haciendo tres en Mendoza, marcando en cancha de Boca sabiendo que era su
último Superclásico. Ese es Martín Palermo, ese que le hizo goles a River de
todas las maneras y circunstancias. El hombre que el hincha de Boca siempre
recordará, entre tantos títulos y goles, especialmente por los gritos emotivos
en los Superclásicos. El guerrero que no se cansaba de luchar para hacerle más
y más goles al eterno rival. El goleador con pergaminos de sobra para contar de
qué se trata jugar un Boca-River.



Entrevista publicada en ESPN MAGAZINE (Agosto 2013)
¿Qué pensabas cuando eras jugador de Estudiantes y veías
un Superclásico desde afuera?
Sabía que era el
clásico más importante de Argentina, más allá de que yo había jugado
Estudiantes-Gimnasia no tenía la misma magnitud que genera un superclásico. Al
principio era difícil imaginar que algún día lo podía jugar, era verlo como cualquier
jugador o hincha de fútbol que intenta imaginarse lo que se debe sentir estar
dentro de la cancha en un Boca-River. Y tuve la suerte que después lo viví muy
intensamente.

Foto: Aalejandro Lipszyc

¿Te imaginaste qué algún día podías ser tan protagonista
en un Superclásico?

No (risas)… No te
voy a mentir. La verdad que no. Ya en mi primer Boca-River, que fue el último
partido de Diego (Maradona no jugó más luego de ese encuentro del Apertura
1997) en el Monumental, ganamos 2-1 y me tocó hacer el gol de la victoria. Todo
lo que se vivió ese día fue muy fuerte y terminó de acercarme al simpatizante
de Boca en mis inicios. Me ayudó a meterme en la piel del hincha, que a veces
no es fácil que te acepte.
¿Cómo fue la previa a tu primer Boca- River?
En la semana el
hincha transmitía continuamente la importancia del partido. A la salida del
entrenamiento, en la calle o en cualquier lado, lo único que me pedía era ganar
el Superclásico. Y después, en el día del partido, era más tensión que otra
cosa: mucha ansiedad por estar por primera vez en el partido más importante del
país. Toda la trascendencia que tuvo ese partido, en el que hice el gol, me
hizo darme cuenta lo que es un Boca-River: las tapas de los diarios, las
cargadas y todo lo que se habla una semana entera o más.
Le hiciste goles en todos los torneos y de todas las
formas a River, ¿qué significado especial tenía el gol en un Superclásico?

Sabía la
trascendencia que tenía. Como goleador uno quería hacer goles todos los
partidos, pero hacerlo en un Superclásico era muy espacial. Es el día de hoy
que me cruzo por la calle con hinchas que me recuerdan tal gol en tal clásico.
Cada gol tuvo un significado especial, siempre era de una importancia distinta
cómo el de la vuelta de mi lesión. El gol a River en la Libertadores del 2000
es el que el hincha siempre tiene presente, me dicen “¡cuándo volviste con las
muletas!”. Hubo muchos goles a River, pero ese tuvo un título aparte.

¿Qué pasó antes de ese partido? ¿Bianchi te dijo que ibas
a jugar unos minutos?
Era un clásico
especial porque era el paso a semifinales, veníamos de perder 1-2 en la cancha
de River, y yo con el tema de la lesión encima (se había roto los ligamentos
cruzados de la rodilla derecha el 13 de noviembre de 1999). No me imaginaba que
podía llegar a entrar. Pero después de la derrota en el Monumental, me generó
mucha expectativa que Carlos me diera la posibilidad de poder estar en el banco
por lo menos. Cuando él me dijo que podía llegar a entrar, le pedí jugar.
Bianchi evaluó todo y no estaba para jugar desde el primer minuto, pero lo habíamos
consensuado junto con el médico y me dijo: “Ante la necesidad, vas a entrar y
voy a contar con vos”. Cuando me mandó a hacer la entrada en calor en el
segundo tiempo, cambió el clima del estadio. Se generó una energía indescriptible.
El hincha transmitió algo, que quieras o no, los que estábamos dentro de la
cancha lo sentimos.

Entre tantos Superclásicos que jugaste, ¿cuándo sentiste
que la cancha se vino abajo?
Sin duda, el que
hablamos de la
Libertadores. Como ese no hay. Todos dicen que ese partido La Bombonera se movía. ¡Y
fue así!

Con ese gol en el primer puesto, ¿cómo completas el podio
de tus goles contra River?
El último que jugué
en La Bombonera
(Clausura 2011) porque sabía que no iba a volver a vivir jugar el superclásico
y marcar un gol, y poder hacerlo y terminar de esa manera fue de los más
importantes. Después otro en La
Boca de media vuelta que sirvió para ganar 2-1 (Clausura
1999, Boca jugando con un hombre menos por expulsión de Jorge Bermúdez).

Goles siempre rodeados de circunstancias emotivas o
adversas…
Los goles a
River siempre son importantes. Recuerdo otro de cabeza tras un centro del Chelo delgado en el Monumental (Apertura
2000, fue 1-1). Los tres goles en Mendoza que le hice a Burgos. Los últimos de pretemporada que hice uno en Mar del Plata
y otro en Mendoza.

Un Boca-River no se asemeja a nada. No hay nada igual. Ni un Real Madrid-Barcelona, ni un Milán-Inter, ni
un Betis-Sevilla que me tocó vivir cuando estuve allí y es de los más fuertes
de España. No hay nada en trascendencia,
popularidad y sentimiento que se compare con todo lo que genera un superclásico
como espectáculo en sí
. Mucho más jugado en La Bombonera. Lo sentía
más jugando en La Boca
y disfrutaba ver sufrir al rival cuando marcaba un gol.
Para el hincha de Boca, Palermo significa gol. El gol es
la máxima expresión del fútbol. Y para un boquense Palermo es la máxima
expresión del gol. “
Boca es parte de mi
vida, me siento hincha y es difícil de separar ese sentimiento. Me marcó en mi
carrera”,
remata como disparo al ángulo el máximo goleador xeneize de la
historia. Además de ganar torneos locales, Copas Libertadores y
la Intercontinental;
sus gritos en Superclásicos realzaron otra característica del artillero: ir
siempre por más y marcar en situaciones inéditas.

 ¿Cuándo te diste
cuenta que estabas haciendo historia en Boca?
Cuando el
periodismo empezó a hablar del tema de los records. Ahí empecé a tomar
conciencia de lo que hicieron Pancho Varallo y Roberto Cherro. Hasta entonces
no me había dado cuenta de lo que generaba ser el máximo goleador de la
historia de Boca.

Foto: Alejandro Lipszyc

¿Cuál fue tu mejor socio en Boca?

Por entendimiento
fue Guillermo (Barros Schelotto). Conocíamos hasta cómo nos parábamos dentro de
la cancha, a veces no hacía falta ni hablar: solo hacer un movimiento sabiendo
lo que podía pensar él para que me dé un pase-gol. Lo mío era la obsesión por
el gol, lo que me quedaba o pasaba cerca mío lo tenía que mandar a la red y Guille era más pícaro en todos los
aspectos del juego. Armamos una sociedad bárbara en función del equipo.

¿El Superclásico que más sufriste?
Los que hemos
perdido, como el que renunció Brindisi en El Monumental;  también cuando estaba Borghi, que se fue
después de una derrota ante River. Porque eran Superclásicos muy
condicionados que sabíamos que se podía ir el entrenador. Se sufría dentro de
la cancha al saber que si perdíamos, el técnico se iba.

¿Y el que más disfrutaste?
El primer
Superclásico que hago el gol con el que ganamos en cancha de River (2-1
Apertura 1997) y lo festejo mirando a la tribuna de Boca, me sacó la camiseta,
me tiro a los carteles… eran épocas que al visitante se le daba toda una
bandeja. Imagínate: el primer Superclásico que jugué, hacer el gol de visitante
y ver a toda la hinchada de Boca de frente fue maravilloso.

¿Qué significa River para vos?
Siendo jugador de
Boca, siempre supe que era el rival a vencer. Por la relevancia y por lo que te
pedía el hincha. Era una idea fija de jugar contra River y ganar.

¿Cómo fue la relación con el hincha de River?
Al principio fue de
odio, bronca e insultos. Pero a medida que fueron pasando los años fue
disminuyendo y más allá de hacer muchos goles de todo tipo, yo nunca de fui de
hablar mal ni de faltarle el respeto al hincha rival. Pero obvio que gozaba los
goles a River con un plus.
¿Qué pasó con el arco de Boca que te regalaron en tu
último partido?
(Sonríe). Por la
dimensión que tiene un arco no era fácil de trasladar, pero era la historia
misma de Boca por todos los que hicieron goles ahí, más siendo el que da a La
Doce
. Puedo decir que tengo una parte grande de la
historia de Boca en mi poder y lo gracioso fue pensar: “¿qué hago con esto
ahora, donde lo meto?” (Comenta entre risas). Bueno, lo tengo en un predio en La Plata. En un complejo
con tres canchas de fútbol y otras de tenis. Lo puse ahí exhibido para que quien
vaya lo vea con la red y la chapita de homenaje, un lugar donde se puede sacar
una foto con ese arco histórico.

¿Qué es hacerle un gol a River con la camiseta de Boca?

Es todo: el placer de
saber que estás haciendo feliz a toda la gente de Boca. Son millones y no queda
uno afuera. No hay nada que se compare, no existe felicidad más grande que
hacer ese gol y uno ser el protagonista.

Martín Palermo en una extensa charla superclásica

@JonyFabbian // jonatanfabbian@mundialdefondo.com