EL ARCO DE LA JUSTICIA

Reivindicación para un equipo, reconocimiento para un arquero… premio para una ciudad: Salamanca

Por Jonatan Fabbian (NOTA EN INGLÉS)

Cuando se cerraron las puertas del Estadio Helmántico, el 19 de mayo de 2013, pocos se imaginaron que aquella tarde habían presenciado el último partido oficial de la Unión Deportiva Salamanca. En ese encuentro por la última fecha de la tercera división española, los aficionados salmantinos gritaron los últimos dos goles de su equipo ante el líder Tenerife. Fue empate 2-2 por la Segunda División B de España. Para los de Islas Canarias significó la retirada de esa categoría festejando el ascenso. En cambio, para los de Salamanca marcó, sin saberlo, el punto final de la historia del club. Solo pensaron que ese amargo empate en casa suponía quedar afuera de la Copa del Rey, cerrando una pobre temporada. Pero un mes más tarde, el 18 de junio de 2013 una resolución judicial disolvió a la Unión Deportiva Salamanca. Aquel triste día, la entidad charra, 90 años después de su fundación, bajaba la persiana apremiada por las deudas económicas acumuladas mientras transitaba deportivamente en la tercera división.

El club fue fundado el 9 de febrero de 1923. También conocido por los seudónimos “Charros”, “Salmantinos” y “Unionistas”.

Lejos quedaron las épocas de gloria y entusiasmo de cuatro décadas atrás, cuando en la temporada 1974-75 los Charros debutaban en la Primera División en un camino que los tuvo como un equipo sólido y revolucionario hasta el final de los años ‘70. En esa primera incursión en la categoría mayor del fútbol español, Unión Deportiva Salamanca culminó la liga en séptima posición y con la valla menos vencida. Récord impensado en un torneo de 34 jornadas para un club que por primera vez hacía pie en la élite española. Semejante performance fue gracias a todo un grupo de futbolistas que desplegó su mejor versión y muy especialmente a un protagonista argentino destacado: el arquero Jorge D’Alessandro, quién disputó todos los partidos.

El portero, como dicen en tierras españolas, llegó casi sorpresivamente a la institución salmantina junto al defensor -también argentino- Ricardo Rezza. Juntos arribaron a la península ibérica provenientes de San Lorenzo de Almagro, luego de que los dirigentes se interesasen por ellos tras observarlos en el tradicional equipo de Buenos Aires, que durante una gira por Europa -y casi por un imprevisto de logística- culminó entrenando una semana en los predios de la Unión Deportiva Salamanca. El destino les tenía un lugar especial para convertirlos en baluartes de la historia futbolística de la institución. “Nosotros llegamos a España cuando se abrió a los extranjeros el mercado de pases que había estado cerrado por años. Por ejemplo, estuvieron Johan Cruyff en Barcelona, Mario Kempes en Valencia, Günter Netzer en el Real Madrid… y dos auténticos desconocidos: Rezza y D’Alessandro en el Salamanca. En medio de una gira por Italia y España, entrenamos una semana en los complejos salmantinos, jugamos en gran nivel y nos ficharon. Así que nuestra aventura junto a Ricardo, por demás exitosa, en un equipo recién ascendido fue como una película de ciencia ficción. Inimaginable. Fue como derribar un muro con una gomera”, relata con lujo de detalles, 45 años después, Jorge D’Alessandro en una sobremesa madrileña.

Ricardo Rezza custodiando a su arquero en Salamanca. D’Alessandro en acción con la pelota en sus manos. Una postal que se repitió desde que arribaron en 1975. Durante cuatro temporadas, compartieron los años más gloriosos de la Unión Deportiva. Luego el defensor pasó al Sporting Gijón. El arquero permaneció en la entidad salmantina hasta su retiro en 1984.

“Jugábamos en una liga de 18 equipos, durísima, donde yo era intocable en Salamanca y disfrutaba de enfrentar a monstruos como Cruyff y Paul Breitner -enfatiza el exarquero-. Fue sobre el final de la era sangrienta del país, cuando la liga española era absolutamente selectiva y cada extranjero ocupaba una plaza. La gente no se da cuenta lo que era la España de Franco. La España de los miedos, la España de los complejos y la España de la ‘derrota digna’. Por eso vale tomar dimensión de la magnitud de lo que te estoy contando: hubo que derribar muchos muros”.

Para el hincha del equipo más importante del suelo salmantino fue una temporada de ensueño, el comienzo de los años más gloriosos del club en el fútbol grande de España. Y así lo demostraron a la hora de apoyar al equipo y alentarlo en el Estadio Helmántico.

Rezza, el defensor central blanquinegro que brilló por esos años, lo rememora: “La relación con la gente de Salamanca fue de maravillas, fueron momentos hermosos con una hinchada muy apasionada e ilusionada con el buen nivel de un equipo que debutaba en Primera División. Permaneció como la revelación del torneo siempre en la primera mitad de tabla. Y hay un ejemplo que ilustra esa situación. Recuerdo que en el segundo partido que jugamos como local, recibimos al Real Madrid y fue tan grande el acompañamiento salmantino que se pusieron sillas detrás de los carteles de publicidad en el campo de juego del Estadio Helmántico, porque no bastaba la capacidad de 17 mil personas. ¡Increíble!”.

San Lorenzo campeón Nacional 1974. Ricardo Rezza capitán y D’Alessandro, juntos arriba al centro. Luego de ese logro, el plantel partió de gira a España, donde ambos deslumbraron por su rendimiento y fueron contratados por Unión Deportiva Salamanca. Una fortaleza defensiva que se repitió en tierras españolas.

Esa inolvidable presentación de Unión Deportiva Salamanca en la categoría más importante del fútbol español, con el equipo menos goleado de la temporada, era merecedora del Premio Zamora para su arquero. Distinción que en ese 1975 condecoró a Salvador Sadurní, guardameta del Barcelona. El prestigioso diario deportivo Marca otorga el Trofeo Zamora –desde 1959- al portero menos goleado de Primera División y Segunda División de España. Su nombre homenajea a Ricardo Zamora, el legendario atajador español en las décadas de 1920 y 1930.

Revisión del pasado

“Desde mi grada vieja” es el blog de un aficionado convertido en investigador minucioso sobre el equipo de sus amores: Unión Deportiva Salamanca. Su nombre es Ángel Martín Fuentes, quien mediante fotos, estadísticas y documentos valiosos, pasó a ser un hombre fundamental en la lucha por un reconocimiento justo a su equipo Charro. Ese equipo del que fue, es y será fanático pese a su desaparición institucional.

Fuentes publicó en su blog una serie de datos válidos para que su ídolo de la niñez, Jorge D’Alessandro, obtenga una reivindicación legítima con los trofeos que mereció haber recibido en los años en los que defendió la divisa blanquinegra. “Es el único portero de la historia que es capaz de jugar todos los partidos, tener la defensa menos goleada del campeonato y no llevarse el trofeo Zamora”, destacaba, indignado, el historiador en 2011. Año en el que difundió una investigación con detalles precisos que determinó, de un modo inequívoco, que en los años 1975 y 1977 el guardameta del Salamanca debió haber sido el ganador de dos Zamora.

En la temporada 1974-75, D’Alessandro fue el mejor arquero en la liga española, realizando un pleno de partidos de 34 encuentros jugados y apenas 29 goles recibidos. Sin embargo, el Zamora se le otorgó a Sadurní, ya que por entonces que el reglamento del periódico Marca premiaba al portero con menor promedio de goles recibidos, con la condición de superar los 22 partidos jugados.

El arquero del Barcelona con 24 matches y 19 goles encajados, con un cociente de 0,79 tantos por encuentro, recibió el prestigioso trofeo de la temporada. Mientras el defensor del arco salmantino fue segundo, a pesar de jugar diez partidos más con un promedio de 0,85 goles recibidos cada 90 minutos. Algo desproporcional e injusto, en este caso, para un arquero que había jugado la totalidad de encuentros y cuando además la defensa de la Unión Deportiva Salamanca había sido la menos batida de la temporada.

Arriba: D’Alessandro, Juanjo, Rezza, Bustillo, Iglesias y Enrique. Agachados: Juanito, Alves, Víctor, Pita y Pérez.
Los argentinos, arquero y capitán, fueron la fortaleza defensiva de la Unión Deportiva Salamanca.

Por motivos de esta envergadura, en la temporada 1983-84, con 18 equipos en competencia -como en la 1974-75- Marca decidió ampliar la cantidad de partidos disputados a un mínimo de 28 para llevarse el galardón. Con esta modificación más adecuada para el mérito deportivo, Sadurní por no haber disputado los 28 juegos computables no hubiera obtenido el trofeo… Jorge D’Allesandro hubiera recibido el Premio Zamora con toda justicia, ya que había disputado todos los minutos de la liga.

Y en la temporada 1976-77, el arquero argentino participó en 31 partidos completos de los 34 totales, y encajó 30 goles. Un promedio de 0,967 para ser merecedor de su segundo Premio Zamora. Aunque con las reglas vigentes de aquella temporada el trofeo se le entregó a Miguel Reina, del Atlético de Madrid, quien atajó en 30 partidos (en 29 jugó los 90 minutos y en uno disputó 55’) y recibió 29 goles. Así, según las reglas del momento el periódico computó 30 partidos jugados y 29 goles encajados lo que suponía un promedio de 0,966 goles encajados por partido… ¡Una milésima menos que D’Alessandro! Otra vez, el portero del Salamanca se quedaba injustamente en segundo lugar, detrás del guardameta colchonero, que disputó 135 minutos menos.

Todo esto sucedió con las reglas del trofeo en 1977, vigentes hasta 1983, en las que el arquero ganador debía jugar al menos 22 partidos en la competición de liga, pero sin especificar los minutos que debía cumplir en cada uno para ser computable y sin especificar en caso de empate, qué cantidad de decimales eran necesarios para dirimir al mejor.

Por esta diferencia tan ínfima, en 1977 la Unión Deportiva Salamanca se perdió otra vez la distinción para su magnífico guardameta. Sin embargo, Marca en su reglamentación modificada en 1983, detalla: “El ganador del trofeo será el portero que tenga el menor promedio obtenido hasta la segunda cifra decimal (centésimas), resultante de dividir los goles recibidos en toda la liga (incluidos los de partidos no computables) entre el total de partidos computables. Entendiendo como partido computable, aquel en los que el guardameta juegue un mínimo de 60 minutos”.

Físicamente un diez, el argentino tenía una elasticidad propia de un aquero duro de batir. Aquí, en el Vicente Calderón, despejando una pelota bajo la mirada de Ricardo Rezza. Salamanca protegido, un símbolo de una defensa con números asombrosos en dos torneos.

Según estos cambios, en 1976-77, Reina solamente hubiera computado 29 partidos y no 30, pues en el último disputó 55 minutos, que no contaría como válido al no alcanzar los 60’ que exige la vigente reglamentación. Por lo tanto, contabilizaría 29 partidos con 29 goles recibidos, lo que hace un promedio de 1 gol por cotejo. Porcentaje mayor al del arquero argentino que disputó 31 completos y finalizó la temporada con 0,967.

El trofeo ZAMORA que entregó el diario Marca con la inscripción: JORGE D’ALLESSANDRO

Con justicia Jorge D’Alessandro hubiera recibido por segunda vez el Premio Zamora para lucir en las vitrinas de la Unión Deportiva Salamanca. No solo alcanzaría el trofeo por esa vía de los partidos no computables, incluso obviando la misma, y solo enfatizando en los decimales, el galardón también debería ser suyo, pues según la nueva reglamentación de 1983, sobre el empate en el primer decimal, vencería por haber jugado más partidos que Miguel Reina. Tal como lo argumenta el propio diario Marca desde entonces.

“El Trofeo Zamora es un premio grande. Imagínate que en Argentina asciende Gimnasia y Esgrima de Jujuy, juega su primera temporada en Primera División, más de 30 partidos y tiene al arquero menos batido. ¡Impensado!”, relata con una descripción más que atinada D’Alessandro. Poco conocidas en Argentina, sus atajadas defendiendo al Salamanca revolucionaron la liga española en los años setenta.

Si los salmantinos no se imaginaban que con su equipo debutante en la élite tendrían al arquero menos batido; si tampoco era imaginable que el último encuentro de la temporada 2013 sería el triste final de su historia futbolística; mucho menos imaginable era que 45 años más tarde y con la institución ya desaparecida, recibirían los dos trofeos más importantes de los 90 años de vida de la Unión Deportiva Salamanca.

Justicia para para la historia de un club

“Sinceramente, es un sueño. Poder alcanzar una cota de éxito tan elevada por la reivindicación nacida desde la modestia de un simple aficionado, rozó lo milagroso”, retrata Ángel Martín Fuentes. La historia de su investigación y la de esos años memorables de la Unión Deportiva Salamanca… es ahora una historia laureada.

El pasado 16 de diciembre de 2019, en la premiación que el diario Marca hace en Madrid a los mejores jugadores de la liga en cada año, Jorge D’Alessandro recibió los Premios Zamora como el mejor arquero de las temporadas 1974-75 y 1976-77 .

D’Alessandro y Fuentes, luciendo el trofeo el 16 de diciembre de 2019.

Un acto de justicia de un medio de comunicación, que recompensó al arquero argentino con los dos valiosos trofeos que le hubiesen correspondido aquellas temporadas, en las que relució bajo los palos de Unión Deportiva Salamanca. Y con un gesto de grandeza, reconoció también el detallado trabajo de un aficionado.

Bajo el nombre “Las sombras del Zamora“, la investigación del hincha fue republicada y ampliada en 2019 con pedido de reivindicación a Marca. Insistencia que el diario español aceptó y Fuentes se transformó en casi un jugador más de aquel plantel: “En lo personal, fue el colofón a una vida unida ineludiblemente a unos colores y mi afición por su pasado. Contribuir a ese reconocimiento de forma indirecta, pero directa también, porque por ahí sale mi nombre, ha sido el techo de mi amor por un club, desgraciadamente hoy desaparecido”.

El reconocimiento le llegó a D’Alessandro con 70 años, cuando en España es un respetado exentrenador y famoso comentarista en “El Chiringuito”, el programa de fútbol de mayor audiencia de la televisión española.

Un futbolista rico en trayectoria y un hombre que sabe contar, por lo que una entrevista se transforma en una charla entre argentinos en Madrid por más de una hora, aprovechando el calibre de sus vivencias y que siempre está dispuesto para “atajar” todas las preguntas…

-Llegabas al Salamanca que estaba por debutar en La Liga, ¿era una locura pensar que jugarías todos los partidos en la primera temporada y terminarías con la valla menos vencida?

-¡No tengas dudas! Pero sucedió… (asiente entre risas). Es un premio creado para los grandes. ¡Encima, recién ascendidos! Éramos 23 jugadores, todos debutantes en la categoría. Nos trajeron a Rezza y a mí que hicimos un gran torneo. Para estos Premios Zamora que recibí, Ricardo fue un jugador determinante. Un fuera de serie, era un pulpo jugando y tuvo un rendimiento espectacular.

Imagínate el contexto de ese momento histórico; te lo describo con una frase que decían aquí en España: “La derrota digna”.  La derrota digna era a lo que aspiraban los equipos chicos, jugar de visitante sin ser goleados. “¡Que no nos metan tres!”, me pedían. Si lo lograba, significaba que habíamos jugado de puta madre. A lo que yo respondía como un loco: “¡Chicos, vamos a ganar esta batalla!”.

-Imagino que con la mentalidad que llegabas de Argentina, lo de “derrota digna” ni se te cruzaba por la cabeza.

-¡Ni de casualidad! Había sido campeón en cuatro temporadas con San Lorenzo. Empecé como parte del plantel de Los Matadores del ’68. Con los jugadores que había en ese equipo, no pensábamos perder nunca. Venía de un San Lorenzo donde solamente el ganar era lo fundamental y tenía futbolistas con esa mentalidad. Y te vuelvo a repetir la contracara de escuchar “derrota digna” … ¡Qué frase increíble!

-Por eso toma gran dimensión haber permanecido con el Salamanca en primera mitad de tabla durante años…

-Ha habido dos cosas muy importantes, teníamos corazón con gran espíritu y la voluntad. La voluntad es un músculo que todas las personas tienen oculto. Una persona con voluntad de levantarse, voluntad de hacer ejercicio, voluntad a estudiar, voluntad a trabajar… ¡Voluntad: es lo que mueve todo!

-¿En qué te marcó atajar tanto tiempo en Unión Deportiva Salamanca como un líder?

-¡La responsabilidad! Me encontré en un entorno donde se me “entregó el equipo”. A Rezza y a mí se nos otorgó toda la responsabilidad. Jamás hicimos una alineación con José Luís García Traid (entrenador del equipo). Lo más destacable que desarrollamos son dos cosas fundamentales: la voluntad y el corazón. Para mí, no hay otros valores más importantes en la vida.

mundial de fondo
En la “Zona Deportiva Jorge D’Alessandro”, los vestuarios están decorados con atajadas del ídolo argentino.

-¿Qué tipo de arquero eras?

-Yo estoy en la línea de Antonio Roma, de Amadeo Carrizo… En Argentina surgió la figura del portero clásico convencional como ellos. Pero como Menotti y Bilardo, hay dos modelos antagónicos. Después surge la figura del Loco Hugo Gatti, que no es el pionero en ese estilo moderno, el pionero fue Néstor Martín Errea de Atlanta y después apareció Gatti. Luego Carlos Biasutto e inclusive el Pato Fillol, que es un portero mixto, que estaba entre lo convencional y lo moderno.

Hay una historia que en la grada del Estadio Helmántico un hincha pregunta “¿dónde está el portero de Salamanca?”, y le responden “No se preocupe, es aquel que está afuera del área”.  Yo era un avanzado en ese momento, ya que jugaba mucho fuera del área y anticipaba. Quizás yo no era tan buen arquero como mi capacidad intuitiva. Era muy analítico. El juego lo analizaba desde el jueves antes de dormir, entonces para el domingo ya lo había jugado siete veces. Si no soy bueno, si tenemos un equipo de mierda y somos lo menos goleado… ¡Algo bueno tenía que tener! ¿Cuál era el secreto? La planificación.

Unión Deportiva ya no está, pero los títulos son para toda Salamanca

La cuidad que alberga la casa de estudios en actividad más antigua de España, la Universidad de Salamanca -fundada en 1218-, ahora se enorgullece de los trofeos obtenidos por un mito del fútbol salmantino: el exarquero argentino.

El pasado 7 de julio fue otra fecha más para esta mágica historia. “Estos premios no son míos, son de Salamanca”, expresó Jorge D’Alessandro cuando donó los Zamora a la ciudad, tal como había prometido en la gala de premiación del diario Marca.

El 7 de julio de 2020, Jorge D’Alessandro entregó sus dos trofeos al Ayuntamiento de Salamanca.

La Unión Deportiva Salamanca ya no existe, pero sus dos únicos trofeos en Primera pasaron a estar en custodia municipal en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Salamanca. En una ceremonia presidida por alcalde Carlos García Carbayo, los Premios Zamora se ubicaron en una de las esquinas del salón que aglutina eventos institucionales de la región.

Antes de estos trofeos, Jorge D’Alessandro ya lo era todo en la Unión y en Salamanca. Lo que provocan los dos galardones es reconocerle un lugar en la eternidad de la historia del fútbol español, igualando y sobrepasando a guardametas de mucho prestigio que sí habían sido reconocidos. Me alegré mucho por él, porque lo merecía de verdad, aquellos registros alcanzados en un equipo modesto, incluso recién ascendido, como sucede con el primer galardón, son de otra galaxia y era de justicia poner colofón a la historia de la Unión con ellos, a pesar de estar ya desaparecida”, una descripción precisa que aporta Ángel Fuentes a esta narración.

Ricardo Rezza, por momentos el capitán de esos años gloriosos del club, señala lo que costó trascender futbolísticamente con su amigo ahora premiado. Juntos establecieron una fortaleza defensiva que hoy se elevó a la categoría de leyenda salmantina: “El mérito fue enorme por haber sido el equipo con menos goles recibidos en su temporada debut en Primera División de España con 34 partidos. Algo insólito. Cuando hace unos años pasé por el Estadio Helmántico, fue una mezcla de nostalgia y tristeza al observar ese lugar vacío después de tantos momentos de euforia y colapsado por los aficionados. Fue doloroso saber la desaparición del club, sobre todo por el hincha salmantino. En la década del setenta, los sábados y domingos, los complejos del club eran un lugar de fiesta familiar . Hoy es un gran recuerdo y un premio justificado para ese gran plantel de la Unión Deportiva”.

D’Alessandro hoy es director de fútbol base en el club Santa Marta de la ciudad, donde desarrollan a niños desde temprana edad. Es todo un emblema del deporte salmantino, hay un campus llamado “Zona Deportiva Jorge D’Alessandro”.

Los Zamora que se le reconocieron 45 años más tarde y pese a la desaparición de la Unión Deportiva, ya relucen en el Ayuntamiento de Salamanca. Aquel 7 de julio de 2020, D’Alessandro se ocupó de remarcar: “Estos trofeos no son míos, sino de todo un equipo… ¡Y ahora de una ciudad!”.

El arco de la justicia.

Fotos: Jorge D’Alessandro – “Desde mi vieja grada” – “Mundial De Fondo